Autor: Jesús Gambín
Después de un análisis de rendimientos y los condicionantes que los frenan, con el cambio climático a la cabeza, otras magnitudes que se contemplan desde el punto de vista comercial del sector son la demanda, la competitividad y competencia de los productores del frutal de hueso.
La elasticidad precio de la demanda en la fruta de hueso es muy alta, esto quiere decir que ante aumentos en el precio, el consumidor final optará por frutas, de hueso o no, de menor precio. A ello hay que sumar la gran variedad que hay en el mercado, actuando como sustitutivos unas frutas respecto a otras. En los últimos años, este factor ha sido el que ha ocasionado un aumento del 4% anual en el consumo de fruta de hueso.
El veto ruso, que dura más de seis años es otro de los condicionantes de la caída de precios y que el ritmo de exportaciones sea tan bajo, después de una caída de más del 11% durante el periodo 2014-2018. Los niveles de exportación, si el veto continua, no se alcanzarán hasta la década siguiente. Este hecho ha provocado tensiones muy fuertes en los precios, sobre todo en España y Grecia, países en los que los precios promedio en melocotón y nectarina, los frutales más importantes, no se esperan que sean superiores a 0,70 €/kg.
En cuanto a la competitividad a nivel comercial, ha quedado demostrado que la competencia basada en el “ganar a tus rivales” se traduce en bajadas de precio, vendiendo a coste, y en algunos casos asumiendo pérdidas. Las alternativas son mucho más esperanzadoras, y en el caso de España se están viendo resultados. La competencia entendida como generar valor y capitalizarlo en Europa es una de las bazas más importantes del sector a nivel nacional, beneficiando a productores y consumidores finales, ambos cada vez más exigentes.
Por otro lado, no hay incentivos de entrada a un sector que está muy atomizado, con altos riesgos y con una rivalidad, que como hemos comentado anteriormente, es exclusivamente vía precios. A ello, hay que sumarle que el poder de negociación reside en el consumidor final, con certificaciones de calidad y con la elasticidad de su demanda como hechos a destacar.
El cambio climático afecta a todos por igual, es por ello por lo que el sector nacional, del que gran parte compite a nivel europeo en precocidad, sea el impulsor de investigaciones, análisis e innovaciones que permitan redirigir la generación de valor por otros canales, aprovechándose de estas ganancias por igual. El frío invernal, el riesgo de helada, el acceso al agua de riego y la regularidad y cantidad de precipitaciones no son rivales tangibles para desarrollar estrategias contra ellos. La coyuntura actual es perfecta para una remodelación estructural del sector que permita consolidarse como una alternativa estable y con garantías.